Por el Dr. Hugo Dibarboure Rossini
Cuando se analiza la historia de los fenómenos, los autores dan sus opiniones según sus vivencias con énfasis en algunos hechos o en otros. Por ejemplo, la existencia del término vacunología, se le ha asignado (equivocadamente) a Jonas Salk, pues vivió un episodio que le marcó como profesional (episodio Cutter en 1955). En realidad, el término tuvo su origen en España, siendo muy utilizado en las primeras décadas del siglo XX. Sin claridad en la autoría, su término está muy arraigado a los inicios de la vacunación, luego de la experiencia de variolización y la expedición Balmis. Sobre todo, coincidiendo con una época fecunda de investigación para el desarrollo de las primeras vacunas tras el éxito de Louis Pasteur con la vacuna contra la rabia en 1885. Pero no le quitemos el mérito a Salk, que, si bien no fue su inventor, fue quien le diera contenido, con una definición conceptual más que clara y elocuente: disciplina de las ciencias médicas que incluye tres fases o grupo de acciones bien definidas, como la investigación y desarrollo de los biológicos, el proceso productivo y su distribución y aplicación en los grupos humanos objetivo. Este concepto muy dirigido al ser humano también cabe para animales.
A mi juicio, el concepto en sì mismo nos anuncia su vínculo con distintas disciplinas: Demografía, Salud Pública, Epidemiología, Economía de la Salud, Infectología, Pediatría, Virología, Bacteriología, y también de las ciencias básicas como biología, química, biotecnología, entre otras, cuando pensamos en el primero y tercer grupo de acciones. En el segundo se agrega la ingeniería en distintos rubros y la química.
Desde sus comienzos, sea con la variolización, la vacuna contra la rabia o la propia vacunación contra la viruela, se puede decir que su orientación y propósito fueron una política pública. Estaba dirigida a la sanidad e higiene pública. Nuestro prócer José Gervasio Artigas en la Plaza Matriz durante un discurso en 1806, sensibilizaba a la audiencia acerca de la importancia del variolización. La campaña masiva de vacunación contra la rabia después de su descubrimiento dirigida a la población en su conjunto, lo mismo que las que siguieron como difteria, tos convulsa y tétanos, demuestra precisamente que, desde sus inicios, tenía una concepción de política pública. En 1974 la Organización Mundial de la Salud amplifica la vacunación a todos los países miembros creando el Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI). En ese entonces, solo se disponían vacunas para proteger contra 6 enfermedades (excluyendo viruela): difteria, tos convulsa, tétanos, tuberculosis, poliomielitis y sarampión. Ese año de inicio del PAI solo el 5% de los niños menores de 5 años en el mundo accedían a la vacunación. En 1980, el 80% de ellos estaba inmunizado contra las mismas 6 enfermedades, con extraordinarios avances en el control de estas enfermedades.
El propósito de las vacunaciones es el control, la eliminación y hasta la erradicación de enfermedades prevenibles por vacunas. Desde el punto de vista epidemiológico, control significa la reducción de los casos (frecuencia) hasta que deja de ser un problema de salud pública. Eliminación significa cero casos, sostenido en el tiempo en determinado lugar, mientras que la erradicación significa que la eliminación se alcanza en todo el mundo y también es sostenida en el tiempo. Como experiencias de erradicación disponemos de la viruela, y la poliomielitis por virus salvaje tipos 2 y 3. Como experiencias de eliminación en Uruguay se ha logrado para la difteria, tétanos neonatal, sarampión, síndrome de rubeola congénita, poliomielitis en todas sus formas, y probablemente en vía de eliminación la hepatitis A. Los términos, conceptos y cálculos estadísticos nos permiten vincular a la vacunología claramente con la epidemiología.
Pero si se vincula con la salud pública por la creación de programas específicos como una política de estado, y con la epidemiología, también es fácil llegar a comprender que también se vincula con la demografía. La política de intervención para alcanzar el control y eliminación en un país tiene que ver con la población objetivo o meta de las vacunaciones. En ese sentido, la demografía nos propone el denominador en cada caso de análisis y sus cambios como se aprecian en cada censo y en las proyecciones de población intercensales.
Los nuevos desarrollos en medicación, pruebas diagnósticas, distintas maneras de terapias, inclusive de nuevas vacunas, explican la necesidad de incluir de manera cercana a la economía de la salud. Los presupuestos en salud son finitos, la oferta es mayor a las posibilidades económicas de orientar recursos a esas intervenciones. Se requiere de ejercicios, análisis y modelajes que permitan a las autoridades definir su inclusión y acceso a la población con priorización.
Las especialidades médicas como la pediatría, infectología, virología, bacteriología y otras, se vinculan en varios sentidos: el conocimiento del agente, la caracterización de la enfermedad, la clínica y su evolución con sus pronósticos, tan importante como la dedicación a promover la prevención en sus pacientes. Finalmente, todas las ramas de las ciencias básicas que se mencionaron como ejemplo y otras, participan en el desarrollo de los biológicos.
La historia de la vacunología en Uruguay es extensa. Podríamos decir que inició con la experiencia de variolización tras la expedición Balmis. Pero como reconocemos los biológicos con su desarrollo adecuado, podemos ver experiencias desde la década de 1930. Si bien existían experiencias de vacunación antes de 1978, fue en ese momento tras la reunión de la Asamblea de Ministros de Salud de la OPS, que se decide incorporar este Programa, lo que significó el uso sistemático, universal y gratuito para la población. En 1982 se crea la Ley de vacunas que hace obligatoria a la vacunación, con las vacunas del esquema de ese momento. Fueron 6 biológicos utilizados contra 6 enfermedades. Todas ellas se aplicaban en el primer año de vida y en algunas se realizaban refuerzos hasta el ingreso escolar.
Desde entonces, el desarrollo de nuevos biológicos ha sido interesante. Prueba de ello es que el calendario de vacunación de Uruguay hoy día protege contra 18 enfermedades infecciosas, con el uso de 17 biológicos. No contabilizamos además la vacuna contra COVID-19, que por el momento no forma parte del calendario, se aplica en campañas organizadas por el Ministerio de salud desde finales de 2021, pero es temprano aun saber si se mantendrá como tal.
En el Observatorio de los PAI, iniciativa de la Universidad ISalud y CINVE-Salud, que se viene realizando desde el año 2019, Uruguay está en una zona de privilegio en el ranking. Esta posición de privilegio (primeros lugares de América Latina) se explica tanto por un buen esquema de vacunación, como por la gestión de las vacunaciones, expresada en tasas de cobertura de vacunación, así como en otros indicadores programáticos. Sin embargo, esa posición o puntaje del ranking podría mejorar si se destinaran más recursos a la compra de biológicos. Según surge del Observatorio PAI, Uruguay invierte U$S 3,3 por persona-año y eso lo ubica a mitad de camino entre los 19 países analizados. Por su parte Chile invierte U$S 7,4 por persona-año. Si lo analizamos con el PIB, Uruguay es el que menos invierte en biológicos en relación con su PIB entre los 19 países de América Latina. En definitiva, una mayor inversión en vacunas con resultados probados de eficacia y seguridad estaría destinado en el futuro a ocho potenciales mejoras de su calendario: el anticuerpo monoclonal contra el virus sincitial respiratorio, la vacuna hexavalente acelular, la vacuna contra rotavirus, la vacuna contra el virus papiloma humano de 9 serotipos, la vacuna contra la influenza con adyuvante o de alta concentración de antígenos para mayores de 65 años, la vacuna combinada cuádruple viral contra sarampión-rubeola-paperas y varicela, la vacuna contra herpes zoster en mayores de 65 años y en población de alto riesgo, la vacuna conjugada contra neumococo con 20 serotipos inicialmente en adultos y en un futuro en niños. Después de todo, cada uno de estos biológicos está siendo aplicado en países de América Latina y/o Estados Unidos, Canadá y Europa occidental con muy buenos resultados desde el punto de vista de los beneficios en salud de la población.
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