El sistema sanitario catalán atraviesa un proceso de revisión profunda. El Departamento de Salud está elaborando un nuevo mapa de servicios con una idea central: concentrar algunas especialidades médicas en los hospitales y centros con mayor volumen de actividad.
La propuesta surge en un contexto complejo: escasez de profesionales, cambios demográficos —con pérdida de población en zonas interiores— y un aumento sostenido de enfermedades crónicas. Según las autoridades, “la diseminación de especialistas dificulta la localización de profesionales especializados y, sobre todo, que estos puedan mantener sus habilidades técnicas: la baja casuística limita la práctica”. En hospitales pequeños, esta situación se traduce en menos experiencia acumulada y, por lo tanto, en un riesgo para la calidad asistencial.
El nuevo diseño plantea la creación de Áreas Integradas de Salud, que reunirán recursos comunitarios —como la salud mental, la atención sexual o la rehabilitación— junto a los hospitalarios. En paralelo, se avanza hacia procesos asistenciales compartidos, lo que implicará que algunos pacientes y profesionales se desplacen en función de las especialidades disponibles en cada centro.
En este sentido, existe un antecedente que permite entender lo que está en juego. En el pasado, ante la falta de pediatras, se optó por crear equipos territoriales de atención pediátrica (ETAP), que concentraron a estos especialistas en determinados centros de referencia. La medida permitió organizar mejor la asistencia y garantizar una atención más homogénea, pero generó resistencia en las familias, que debieron enfrentar desplazamientos más largos de lo habitual para acceder a la atención necesaria.
En el nuevo mapa que se está diseñando, las autoridades insisten en que la reorganización buscará un equilibrio distinto: se trata de centralizar lo necesario para mejorar la calidad de la atención, pero sin perder la proximidad y la respuesta comunitaria que los pacientes valoran en su contacto con el sistema de salud.
El debate no es menor. Con cerca de 70 hospitales distribuidos en Cataluña, muchos de ellos creados en los años ochenta y noventa, el sistema arrastra problemas de sostenibilidad y eficiencia. La reducción de nacimientos en hospitales comarcales —como ocurre en Berga— o la dificultad de atraer especialistas a zonas menos pobladas, obligan a repensar la red hospitalaria en su conjunto.
Al mismo tiempo, la consejería ha iniciado planes piloto en atención primaria, otorgando mayor autonomía a algunos ambulatorios y reduciendo la burocracia en las consultas. El objetivo es el mismo que guía la reforma hospitalaria: preservar un sistema de salud de calidad para las generaciones futuras.
La discusión que se abre en Cataluña trasciende sus fronteras: ¿cómo debe organizarse un sistema de salud para combinar cobertura, acceso, sostenibilidad y calidad? Concentrar especialidades puede mejorar la experiencia y la pericia profesional, pero también supone reconfigurar la relación de cercanía entre hospitales, médicos y pacientes. Allí radica el verdadero desafío, y la reflexión que vale la pena extender más allá de un territorio concreto.
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